54 PANORAMAS DE LA VIDA
—Ya ves que me has tratado con mas crueldad que el sultan de marras: no me dejas una hora de sueño . . . . Pero yo me la tomaré— añadió arrebozándose en la sábana—hasta mañana!
Y se quedó profundamente dormida.
-—Peregrina del desierto de Atacama—dije á Laura al mediar de la siguiente noche—pues que el afan del ánimo te impide dormir, prosigue tu narración, y háblame de esa hechicera sor Carmela que está preocupando mi mente.
—Caminaba silenciosa la bella monja, mientras su padre, espansivo hasta la indiscrecion, me referia su historia.
Era chileno, y uno de los veteranos de la independencia, en cuyos ejércitos habia combatido siendo aún muy jóven. Retirado del servicio, habíase establecido en Santiago donde se casó, y logró hacer fortuna.
—Cuán feliz era yo!—dijo, ahogando un suspiro —Fuéralo siempre—añadió en voz baja—si aquella horrible catástrofe que el ocho de diciembre enlutó ú Chile, no me hubiese arrebatado el mayor de los bienes, mi hija !
—Qué—le dije—pereció allí alguna hija de V.?
—No; pero murió para mi—respondió, señalando á Carmela.
Ella y su madre se encontraban en el templo