66 PANORAMAS DE LA VIDA
vida rebosaba en rumores aun entre el silencio de
la noche. En fin, al dejar atrás la estensa zona de huertos,
entramos en una llanura cercada de ondulosas colinas y cortada al fondo por el cauce de un rio que blanqueaba como una cinta de plata á la dudosa claridad de las estrellas. Mas allá, una masa confusa de luces y sombras agrupábase al pié de un cerro cuya silueta inolvidable se dibujaba en la azul lontananza del horizonte.
Aquel cerro, y aquel hacinamiento de luces y sombras eran el San Bernardo y nuestra bella ciudad! ....
Sí, bella, á pesar de tu risa impía; bella con sus casas amtiguas, pero pobladas de recuerdos; con sus azoteas moriscas y sus jardines incultos, pero sombrosos y perfumados ; con sus fiestas religiosas, sus procesiones y sus cantos populares
¡Oh! hermosa patria, ¡ cuántos años de vida diera por contemplarte, aun que solo fuera un momento, y como entonces te apareciste á mí, lejana, y velada por la noche, y cuántos daria esa alma desolada que rie por no llorar!
En cuanto á mí, una mezcla estraña de gozo inmenso y de inmensa pena invadió mi corazon. Allí, entre aquellos muros, bajo esas blancas cúpulas, habia dejado, diez años antes, con las fantasías