94 PANORAMAS DE LA VIDA
la veíamos elevar los ojos—para mirar al cielo— decia ella; pero en efecto, para hacer retroceder lágrimas, que se agolpaban en ellos.
A la plácida indulgencia con que recibia las ofensas de su enemiga sucedió una resignacion triste y silenciosa. No la miraba ya con serenidad: mirábala con terror.
Nosotros observábamos este cambio con dolorosa admiracion; y nos preguntábamos, que podia arrancar esa alma á su beatífica tranquilidad.
Un dia Patricia dejó el colegio. Sus chicas fueron encargadas á Otra grande, que ocupó tambien su puesto en el dormitorio, el comedor y el templo.
Esta ausencia que libertaba 4 Anastasia de una mortal enemiga, pareció aumentar, sinembargo, la tristeza que se habia apoderado de su alma. En las horas de recreo, en vez de rodearse de su chicas cual antes acostumbraba para repartirnos dulces, ó contarnos cuentos, alejábanos de su lado, y sola, silenciosa y sombría, paseábase á lentos pasos en los sitios mas retirados del jardin; ó bien sentada al pié de un árbol, quedábase inmóvil, oculto el rostro entre las manos, hasta que la campana de clases la llamaba.
Un dia que, reunidas en torno suyo, dábamos á nuestra leccion el último repaso, que ella correjía con esmero, asi en el acento como en la diccion,