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112 PANORAMAS DE LA VIDA

pueblos enteros, contemplándolo maravillados; y los que estaban lejos pedian ú gritos que los dejaron acercarse pura tocarlo, y convencerse de que no era una ilusion. Oh! bello debe ser verse amado de esa suerte: las últimas horas de aquella existencia valian siglos de ventura.

Y él, entregado á esa dicha suprema; al gozo de volver á ver la tierra natal, de aspirar su aire, y soñar para ello la realizacion de las ideas de mejora y progreso recogidas en sus lejanos viajes, se adormecia en una indolencia estraña en las circunstancias, y enteramente agena á aquella activa naturaleza. Habríase dicho que lo retenia la mano de la fatalidad.

Así pasaron cuatro dias.

En ese corto espacio, cuántos tiernos episodios vinieron á probarle ácada momento el amor entusiasta de sus compatriotas. Los padres le llevaban sus hijos, equipados para el combate; las señoras le enviaban armas cargadas por su mano, y adornadas con ramilletes de flores; las pobres verduleras y fruteras del mercado, desenterrando el producto de los sudores de toda su vida, le llevaron el dinero con que se hizo aquella campaña. Una mendiga paralítica, se arrastró hasta sus piés, y poniendo en sus manos una alcancía en que guardaba, quien sabe cuanto tiempo hagia, los ahorros de la caridad