176 PANORAMAS DE LA VIDA
partida vá á parar en un combate. Todos esos hombres están armados de revolver. . . . Ah! ....
La voz de Estela se ahogó de repente en un grito de terror.
Uno de los jugadores, habia levantado la cabeza y fijado en ella sus ojos.
Era el hombre color de cobre que se quedó en Panamá, contemplándola apoyado al tronco de un cocotero.
Pálida, turbada, temblorosa, Estela huyó de allí y fué á colocarse delante de su hermano.
—Y ahora, Andrés—me dijo—reirás todavia de mis temores? Tu lo has visto: ese hombre dispone de un poderinfernal! ¿Cómo és quelo encontramos aquí, habiéndolo dejado en Panamá?
—Nada mas sencillo. Recuerda que al dejar el istmo, vimos el vapor Oregon, de viaje á California, entrar en escala á ese puerto.
Pero estas razones, si fueron parte á ahuyentar del ánimo de Estela lasideas supersticiosas, nada pudieron contra el espanto que se habia apoderado de ella á la vista del emigrante.
Yo mismo, comencé á sentirme profundamente inquieto del estado en que la veía. Habria dado la mitad de mi vida por tener dos años mas, para ir á encontrar á ese hombre y pedirle cuenta del miedo que inspiraba á Estela.