200 PANORAMAS DE 1.A VIDA
aunque raras me hacian creer en la existencia de uno:de esos maravillosos bolsones, ensueños de los buscadores de oro en aquellas regiones.
Mi trabajo prosperaba estraordinariamente. En menos de tres meses las cascadas del arroyo me habian dado mas oro del que hubiera necesitado para hacer mi fortuna. Pero, del que mis manos extraian solo me pertenecia el que hallara el domingo. Y como si un poder enemigo se mezclase en ello, el producto de mi jornada, cuantioso los otros dias, era en este, exíguo y mezquino.
Guardábalo, sin embargo, religiosamente y privándome hasta de lo mas preciso, podia al fin del mes cambiarlo por una gruesa pepa de oro, que enviaba al cónsul del Perú en San Francisco, para que la remitiera á mi madre.
Entre tanto la época del desyelo habia llegado; y las inundaciones cubriendo los campos, destruyeron las vias de comunicacion, é hicieron casi imposible el tránsito.
La escasez no tardó en hacerse sentir, y el hambre le siguió de cerca. Los víveres subieron á un precio fabuloso; el pan y la carne fueron solo para el que podia poner en la balanza su peso en oro; y aun así; se los disputaban, revolver ó puñal en mano.