UN VIAJE AL PAIS DEL ORO 205
allí, aglomeradas sin duda, durante siglos por la accion de alguna corriente subterránea.
El fabuloso bolson buscado en vano por mineros de profesion, habíalo encontrado yo, niño débil é inesperto; lo tenia delante, y de pié, inmóvil, contemplaba aquella materia preciosa, que el sol hacia irradiar bajo la negra pizarra del cauce; y las alegrias y temores del rico, invadian mi alma. No era oro lo que mis ojos veian en el tesoro maravilloso que tenia á los pies: era la felicidad de mi madre, la de Estela; el gozo de ser libre para volver á verlas, unirnos en una sola familia, y no separarnos jamás.
Pero ¿cómo estraer aquel tesoro? ¿cómo ocultar su posesion á millares de aventureros que rodeaban en torno á los placeres simulando los hábitos del trabajo, para mejor acechar la ocasion de entregarse-á sus rapiñas?
Sin embargo, preciso era decidirse, y sobre todo, darse prisa.
Con el cuello tendido y la mirada alerta, descendí el curso del arroyo, y me adelanté hasta el campo.
Hallábase silencioso, casi desierto: los trabajadores festejaban el Domingo en las tabernas vecinas ó en los bosques, dando caza á las aves y á las fieras. Samuel mismo, encantado de la valiosa cosecha