300 PANORAMAS DE LA VIDA
empujó hácia el capitan el monton de oro quele ganara, se puso en pié y le dejó, presentándole la hoja de pergamino.
—-Tal precio tiene á mis ojos vuestra joya que la proclamo mi única ganancia. Mañana á la última hora del dia os aguardo mas allá de las ruinas del convento de benedictinos á la vera del encinar que costea el camino del puerto. Os conozco por demasiado galante para estar cierto que sereis puntual,
Y saludando con su sarcástica sonrisa, tendió la mano al capitan, se la estrechó y se fué.
El corro de espectadores se dispersó, dejando á los dos amigos solos.
Astolfo estaba agobiado de remordimientos. Aunque disipado y libertino asaz, no habia perdido la conciencia; y el mal paso á que condujera á su camarada pesaba en su ánimo.
Rogerio sufria la reaccion de las catástrofes: habíase tornado sereno. Ya no tenia derecho á llamarse hombre honrado; su honra habia sucumbido; ni hombre pundonoroso: veíase forzado, para ocultar su falta, ¿aceptar eloro que por desprecio su contrario le dejara.
Y en tanto que hundido en esas crueles reflexiones atravesaba, cojido al brazo de su amigo, las calles