306 PANORAMAS DE LA VIDA
deslizándose entre las grietas de la bóveda, iluminaba el tabernáculo.
De repente el capitan se detuvo y exhaló un grito.
Lucía, envuelta en su velo, dormia á los piés de la Vírgen, recostada en las gradas del altar.
Aquel grito despertó á la jóven, que viendo á su marido alzóse de pronto.
—Perdona, amigo—le dijo asustada—no ha sido culpa mia! Velé anoche, esperándote, y el sueño me ha ganado.
Rogerio cayó de rodillas ante ella y ante la Divina Señora, que de lo alto de su trono parecia sonreirles.
Rogerio fué desde entonces un modelo de virtudes. Abandonó la vida tempestuosa de los campamentos, habitó y labró los campos, donde adquirió la paz del alma, el mas hermoso de los bienes. La fortuna que buscara en vano entre los azares del juego, vino á visitarlo en las labores pacíficas de la vida rural. Fué rico, y derramó en torno suyo el amor y la caridad. Reedificó el templo donde tuvo lugar el milagro de su conversion, y lo consagró á aquella que en la tierra sufrió y lloró en la orfandad, y que es ahora en el trono de Dios la protectora de los desamparados.
FIN DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS