324 PANORAMAS DE LA VIDA
Quien nos vió aquel dia tan valientes, desafiando las bombas rellenas de metralla, no habria podido reconocernos á esa hora, silenciosas, palpitantes, asidas de las manos, temblando como la hoja en el árbol.
Una de nosotras tropezó de repente con un objeto blando, pero resistente. Era un muerto!
A esa vista, la banda volvió caras y echó á correr. Una sola prosiguió su camino y se internó en la ciudad, cruzada solo por patrullas ó pandillas de ébrios. Era aquella que iba en busca de su hijo. Amor de madre! Amor de madre! tú has de sobrevivir á las ruinas del mundo!
Llegamos á Baquíjano, muy persuadidas de que solo servíamos para barchilones, y para comadrear nimiedades en los divanes de un salon.
Dividímonos en dos partes: una se quedó en
Baquíjano para servir á los heridos que aun quedaban en Bellavista, la otra regresó á Lima. “Las calles desde San Jacinto hasta la Estacion estaban siempre, como el dia anterior llenas de pueblo, que victoreaba, ébrio de toda suerte de embriaguez. Pero entre ese pueblo estaban mezcladas las mas distinguidas señoras de Lima, llevando consigo lujosas camillas para llevarse á los heridos, cuyo cuidado se disputaban con celo fraternal y santo.