GETHSEMANI 329
Llegados á la casa donde los discípulos siguieran al hombre del cántaro, su dueño, saliendo á recibirlos, condújolos á un rico salon sostenido por columnas de alabastro y tapizado de púrpura, donde estaba aderezada la mesa, coronada por el Cordero Pascual, y flanqueada por canastillos de lechugas amargas y panes sin levadura.
Al centro, colocado cerca de una hidria de vino, brillaba un cáliz de oro adornado con piedras preciosas.
Puestos á la mesa, levantóse Jesús, y tomando una toalla y un Jebrillo de agua, lavó los pies á sus discípulos, diciéndoles :
— Así como yo lo hago ahora, pidoos que os sirvais los unos á los:otros; y que si me amais, 0s ameis con mi amor para que 0s conozcan por mios.
A tiempo que Jesús volvia á sentarse á la mesa, un hombre, con la respiracion anhelante del que ha caminado á prisa, entró en el cenáculo.
Era Judas.
Su rostro impasible, en fuerza del disimulo, arrostró impávido las miradas de sus compañeros; pero no pudo resistir la de Jesus, dulce, triste, intensa, que le hizo bajar los ojos lleno de confusion; y que volvió á encontrar, cuando alzándolos de nuevo, miró á Jesús, que decia :
—Con deseo he deseado comer con vosotros esta