342 PANOKAMAS DE LA VIDA
coronado de una baranda de madera carcomida, y flanqueado de tiendas atestadas de telas vistosas y abigarradas, y dle una profusion de objetos heterogéneos. Diríase un bazar de Oriente.
Llámanlo—Palacio de Gobierno.—Sus huéspedes, curándose muy poco de esa transitoria morada, conténtanse con forrarla interiormente de seda, oro y mármol para su propio confort, dejando á sus sucesores el cuidado de la parte monumental.
Cinco cuadras de allí distante, un engañoso frontispicio dá entrada á un caseron vetusto, informe, cuarteado en todos sentidos, y con las mas pronunciadas apariencias de un granero:
¡Es el teatro!
Y sin embargo, con la cuarta parte del oro y las pedrerías que en su espléndido entusiasmo ha derramado Lima en ese escenario sobre sus artistas favoritos, habria podido construir el mas hermoso teatro del mundo.
Y sin embargo, aun, en las noches de estrenos, cuando las encantadoras hijas del Rimac llenan las tres líneas de palcos, que el gas resplandece, y los abanicos se agitan, y las miradas se cruzan, un prestigio estraño, casi divino, trasforma el derruido edificio; y ningun jóven abonado lo cambiaría entónces por el mas suntuoso teatro de Paris, por el mas aristocrático de Londres.