CAMILA O'GORMAN 379 amargura dejándole solo aquello que en él hay suave y delicioso.
Así pase un año entre Paris y Londres, trabajando con mi padre en el cumplimiento de la mision que allá lo llevara.
Llegó, en fin, el dia anhelado del regreso.
Con que gozo vi perderse en el horizonte las blancas costas de Inglaterra! Que impaciencia en esos dias de espectativa encerrados en la abrumadora travesía del Atlántico!
Colon ante la amenazante actitud de sus compañeros, no sintió, sin duda, tan devoradora ansiedad por la suspirada aparicion del continente divisado en el fondo de sus sueños; ni á su vista palpitaríale el corazon tam gozoso como á mí.
Pernambuco, Bahia, Rio-Janeiro, Montevideo, parecíanme escalones ascendentes que me llevaban á la suprema felicidad.
Al cruzar el Plata creí volverme loco de gozo; y pasé la noche inclinado sobre la borda, contemplando las olas; pidiendo á sus murmullos nuevas de aquella criatura celestial aparecida y desaparecida entre las sombras de un misterio.
Llegamos á Buenos Aires, con la primera luz del alba, que bañó sus lucientes cúpulas de azulados tintes.