UN VIAJE ACIAGO 57 los seres que esa tarde estuvieron á las órdenes de usted, el uno murió una hora despues: el otro, como Cain, anda fujitivo.
Estrechó mi mano, y partió á carrera perdiéndose entre las sombras.
Y yo quedé dando gracias á Dios por la libertad del pobre muchacho; pero murmurando, con el corazon oprimido: —El uno murió; el otro tuvo la horrible desgracia de matar á su hermano, y anda fujitivo. ¡Fatalidad ! ¡ Fatalidad !
La luz del dia desvaneció aquellos lúgubres pensamientos. Pero ¡ah! esa jornada no debia acabar, sin que esafatalidad que me aterraba, volviese á mostrarme su enemiga faz.
En un periódico de Cochabamba leí el siguiente artículo necrológico:
—«El bello y noble Alfredo W. que llegado hace poco entre nosotros, conquistó tantas simpatías ha perecido, víctima de un suicidio ¡Los motivos que lo han llevado á este acto de desesperacion merecen una mencion particular
«Apasionado de una mujer, amado y llamado por ella en socorro de su padre, arruinado por una quiebra, y preso por deudas, el jeneroso jóven corrió á dar á su amada su fortuna y su nombre; pero encontró una decepcion donde creyó hallar la felicidad. El corazon que venia á buscar lleno de fe, habia