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DE LOS INSECTOS

do un poco con los palpos, el gusano se informa de la estabilidad de los pedazos, de su exacta unión y ordenada disposición, y vuelve al centro de la obra, conforme el edificio se va elevando, como hace un albañil cuando construye una torrecilla.

A veces se desprende la pieza depositada porque el cemento ha cedido. El gusano la coge con las mandíbulas; pero antes de volverla a su lugar la unta de un humor adherente. Se la pone atrás, donde rezuma al instante un extracto gomoso consolidados apenas perceptible. La giba suministra los materiales; el intestino da la cola de adhesión, si es necesaria.

De este modo se obtiene una graciosa habitación de forma ovoide, estucada por dentro, adornada por fuera con escamas poco salientes comparables a las de una pina de cedro. Cada escama de éstas es uno de los sillares sacados de la giba. El cofrecillo no es grande: un hueso de cereza nos representaría casi el volumen; pero es tan correcto, tan lindamente modelado, que puede sostener la comparación con los productos más bellos de la industria entomológica.