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DE LOS INSECTOS

basuras, en donde el himenóptero, tan pulcro, no iría a buscarlos. Los centros motores, muy próximos, se encuentran también en los histéridos, que viven de materias inmundas, en medio de hedores cadavéricos y, por consiguiente, deben ser abandonados; en los escolítidos, que son demasiado pequeños, y por último, en los Buprestis y los gorgojos.

¡Qué luz inesperada en medio de las tinieblas primitivas del problema! Entre el inmenso número de coleópteros que podrían ser objeto de caza de los Cerceris, dos grupos solamente, gorgojos y Buprestis, llenan las condiciones indispensables. Viven lejos de la infección y de la basura, objetos quizá de invencible repugnancia para el delicado cazador; en sus numerosos representantes tienen los más variados tamaños, proporcionados al tamaño de los diversos raptores, que pueden así escoger conforme a su conveniencia; son mucho más vulnerables que los otros en el único punto en que el aguijón del himenóptero puede penetrar con éxito, porque en ese punto se juntan los centros motores de las patas y de las alas, todos fácilmente accesibles al dardo. En este punto, los tres ganglios torácicos de los gorgojos están muy próximos, los dos últimos hasta contiguos; en este mismo punto, en los Buprestis, el segundo y el tercero están confundidos en una sola masa, a poca distancia del primero. Y precisamente Buprestis y gorgojos es lo que vemos cazar, con exclusión absoluta de toda otra caza, por las ocho especies de Cerceris, cuya provisión de coleópteros se ha comprobado. Cierta semejanza interior, es decir, la centralización del aparato nervioso, debe de ser, pues, la causa de que en las madrigueras de los diversos Cerceris se

La vida de los insectos.
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