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II
El escarabajo sagrado.


La bola en forma de pera


Un joven pastor, encargado de vigilar, en sus ratos de ocio, los actos del escarabajo sagrado, se me acercó muy contento un domingo de la segunda quincena de junio a advertirme que le parecía propicio el momento de emprender las exploraciones, pues había sorprendido al insecto saliendo de la tierra y había cavado en el punto de emersión, encontrando a poca profundidad el extraño objeto que me traía.

Extraño en verdad, y que trastornaba enteramente lo poco que yo creía saber. Por la forma era exactamente una perita que hubiera perdido el colorido de la frescura para tomar el matiz moreno de la fruta pasada. ¿Qué será este curioso objeto, este elegante juguete que parece salir del taller del tornero? ¿Está modelado por mano dél hombre? ¿Es imitación del fruto del peral, destinado a alguna colección infantil? Así lo parecía, en efecto. Los niños que me rodeaban miraban con ojos de codicia aquel precioso hallazgo; todos lo querían para unirlo al contenido de su caja de juguetes. Era mucho más elegante en forma que una bola de ágata, mucho más graciosa que un huevo de marfil o un trompo de