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LA APOLOGÍA

humana no he cesado de investigar y he aprendido cuanto bueno he podido? ¿Y la prueba de que mis trabajos no son estériles, no la veis patente en la predilección con que buscan mi sociedad gran número de ciudadanos, y aun de extranjeros, apasionados de la virtud? ¿Por qué tantas gentes desean obsequiarme con regalos, cuando saben que yo no tengo riquezas con que remunerarles? Y en cuanto a mí, mientras que nadie puede decir que le he exigido un servicio, ¿cómo confiesan todos que me deben agradecimiento? ¿Por qué razón, durante el sitio de Atenas;[1] mientras mis compatriotas se lamentaban todos de su miseria, yo no vivía ni más ni menos angustiado que en los días más prósperos de la República? En fin, los más de los hombres tienen que comprar á caro precio los objetos de sus delicias en el mercado público;


  1. Después de la derrota de la armada ateniense por los espartanos en Egospotamos, Lisandro cercó por mar y tierra á Atenas, desgarrada por partidos interiores y afligida además por un hambre cruel, obligándola á rendirse á discreción. Fueron sus muros y naves destruídas, abolida su Constitución democrática y entregados al perfido gobierno de los Treinta tiranos.