Página:La Antígona de Sófocles - La Apología de Sócrates - Las poetisas de Lésbos (1889).djvu/74

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
74
LA «ANTÍGONA»

ellos, á los que hayan sido sus amigos. ¡Ay! el que ha dado el ser á un hijo perverso, ¿qué ha hecho sino engendrar un martirio para él y un objeto de júbilo para sus contrarios? Que jamás, hijo mío, el aliciente del amor de una mujer turbe tu razón; ni olvides nunca que son de hielo las caricias de una esposa cuando ésta es una mujer depravada ¿Qué calamidad más grande que un indigno amigo? Destierra, hijo, de tu corazón á esa mujer como cruel enemiga y déjala que vaya á buscar marido á los infiernos.

Y puesto que está convicta de haber sido la única entre los thebanos, que ha infringido insolentemente mis decretos, no he de ponerme yo en contradicción ante los ojos de los ciudadanos. Morirá: así implore á Júpiter protector de los derechos de la sangre. Si yo aliento la rebeldía en mis parientes, ¿qué será de los extraños? El hombre que sabe dirigir con energía sus asuntos de familia, ese sabrá del propio modo gobernar en el Estado con justicia; un hombre tal (hay que confesarlo) sabrá en toda ocasión mandar y obedecer; en los peligros de la guerra permanecerá siempre en su puesto, siendo de sus camaradas un dei'ensor fiel y valeroso. Pero el que insensata