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DE SÓFOCLES

precioso que tu prosperidad: pues ¿qué honor más grande para un hijo que la gloria de su padre, ni para un padre que la de sus hijos? Por esto, pues, te ruego que no te ciegues, creyendo solo bueno tu modo de sentir y no otro alguno: los que pretenden poseer solos la prudencia/la elocuencia y la razón, puestos en evidencia, se ve muy frecuentemente que no las tienen. El hombre, por sabio que sea, jamás debe ruborizarse de aprender; y no debe llevar la contra más allá de lo razonable. El árbol flexible, azotado por el engrosado torrente, se conserva con su ramaje; pero ¡ay! aquel que resiste, se ve arrancado de cuajo hasta la raíz: tal el que se obstina en navegar á vela desplegada contra viento y marea, encuéntrase después, mísero náufrago, obligado á bogar sobre los pedazos del esquife destrozado.

Calma tu cólera, padre mío, y revoca tu decreto. A pesar de mi juventud creo poseer alguna reflexión, y opino que el primero de los mortales es aquel en el que abunda la sabiduría; pero también juzgo que en los casos en que nuestra razón se halla ofuscada (como acontece frecuentemente) bueno y honroso es el aprender de los que hablan con prudencia.