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LA «ANTÍGONA»

hombres de la razón, el más precioso sin duda de todos los bienes. Si ella acaba de hablar por tus labios, no soy yo quien puede ni quiere negarlo. Pero como algún otro pudiera también pensar con no menos prudencia) deber mío es expiar en interés tuyo cuanto con relación á tí se hace ó se dice ó se murmura. Los ciudadanos atérranse ante tu presencia y no se atreven á pronunciar palabra temerosos de irritarte; pero á mí me es fácil recoger sus secretas conversaciones y sé cuanto llora Thebas la suerte de esa joven[1]. ¡Una doncella, la más inocente del mundo, por una acción que merece toda alabanza, ha de ser castigada con muerte tan horribleI Pues qué, ¿no es digna de admiración una joven que no consiente que quede insepulto, y para ser presa de los perros y de los buitres, el cadáver de un hermano, que sucumbió en el combate? Tal es el secreto sordo rumor, que circula por el pueblo.

En cuanto á mí, no encuentro bien más


  1. Hemón pone Lábilmente en boca del pueblo lo que él no se atreve á decir directamente á su padre. Aristóteles cita este pasaje en su Bhetorica , III, c. 17, como ejemplo de artificio oratorio.