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NOTA DEL TRADUCTOR EN LA PRIMERA EDICIÓN


En vez de molestar al público con numerosas notas, estimo preferible añadir las breves observaciones que siguen.

Entre las opiniones varias acerca del arte de traducir, he probado á combinar los preceptos de Capmany con los de Fray Luis de León, siendo servilmente literal, mostrando el original en la copia, siendo fiel al sentido y en lo posible á la letra, no pasando de interprete á compositor, guardando en lo posible las figuras del original y su donaire, y haciendo que hablen en castellano, no como advenedizas, sino como nacidas en él y naturales: digo que lo he intentado; muy lejos estoy de creer que lo haya conseguido; conforme á tales principios, he optado por la prosa, sirviéndome del verso en las baladas, cuyo asunto y forma lo requerían; he purgado mi escrito de galicismos, merced al Diccionario de Baralt, y me he valido, para la fijación de regímenes dudosos, de la primera edición del de la Academia; he hecho tal cual excursión al arcaismo, ya por exigirlo la similitud á que aspiraba, ya porque, como Moniau y otros, pienso que no deban tenerse por anticuadas voces únicas é irreemplazables, sólo porque no se usan cotidianamente, y que el temor al pecado de arcaismo va empobreciendo lastimosamenter nuestro idioma; falto de autoridad para la formación de palabras nuevas, las que empleo que no figuran en el Diccionario de la Academia tienen padrinos que en su caso saldrán á defenderlas, y estos tales se llaman Moratín, Larra, Granada, Cervantes, Jovellanos y otros.