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LA CAMPAÑA

une á esos dos elementos, el placer inmenso é inefable de que inunda el alma una buena accion, una obra de caridad: ventaja inestimable del Instituto á que tengo la honra de pertenecer, y que conipensa con usura la brillantez que le falte.

Estas consideraciones me alhagaban al contemplar en mis manos aquella bala ya inofensiva, y no se estrañe mi sen- cillo orgullo, pues era el primer proyectil de arcabuz mau- ritano que estraía. Bien hubiera querido conservarle como perenne recuerdo, pero el herido juraba que le habia de devolver al través del cañon de su fusil á los bellacos que se le habian enviado; y yo se le dí, admirando á aquel hombre que herido y operado , en vez de ceder á la debilidad física, recrecia de ánimo y se olvidaba del dolor para volver á la lid con indómito denuedo.

Mientras tanto seguian entrando heridos: todos traían ya hecha la primera cura, practicada en los hospitales de primera línea, en el sitio mismo del combate, por los Médi- cos de su batallon, y alli no teníamos más que rectificar los vendajes y ejecutar las operaciones urgentes, dejando las que no lo fueran para el hospital de tercera línea, que era el de Céuta: no hubo que hacer cn esa tarde ninguna opera- cion quirúrgica de importancia, pues todas se limitáron á la reduccion de fracturas y estraccion de proyectiles.

En desgraciado entró, á quien no hicimos cura alguna : traía una herida penetrante de bala en el cerebro con salida de esta víscera; el estertor bronco que caracteriza á estos heridos, nos dió á conocer bien pronto, que la ciencia allí tenia que declararse dolorosamente impotente y dar paso á la religion; pero aun me faltaba presenciar algo de más lastimoso que esto.