Página:La Divina Comedia (traducción de Bartolomé Mitre).djvu/22

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— X esenciales incorporados al intelecto y la concien- cia humana. Por eso decía Chateaubriand, á pro- pósito de su traducción en prosa del Paraíso per- dido de Mifton, que las mejores traducciones de los textos consaofrados, son las interlineales. Pretender mejorar una obra maestra, vaciada de un golpe en su molde típico, y ya fijada en el bronce eterno de la inmortalidad; ampliar con fra- ses ó palabras parásitas un texto consagrado y en- cerrado con precisión en sus líneas fundamenta- les; compendiarlo por demás hasta no presentar sino su esqueleto; arrastrarse servilmente tras sus huellas, sin reproducir su movimiento rítmico; lo mismo que reflejarlo con palidez ó no interpretarlo razonablemente según la índole de la lengua á que se vierte, es falsificarlo ó mutilarlo, sin proyectar siquiera su sombra. Cuando se trata de transportar á otra lengua uno de esos textos que el mundo sabe de memo- ria, es necesario hacerlo con pulso, moviendo la pluma al compás de la música que lo inspiró. El traductor, no es sino el ejecutante, que interpreta en su instrumento limitado las creaciones armónicas de los grandes maestros. Puede poner algo de lo suyo en la ejecución, pero es á condición de ajus- tarse á la pauta que dirige su mano y al pensa- miento que gobierna su inteligencia. Son condiciones esenciales de toda traducción fiel en verso, — por lo que respecta al proceder me-