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Página:La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán).djvu/101

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EL INFIERNO. CANTO II.

completa experiencia de lo que es este recinto, anda y examina la condicion de aquellas almas, pero que sea corta tu conferencia. Mientras vuelves, hablaré con esta fiera, para que nos preste sus fuertes espaldas.

Continué, pues, andando solo hasta el extremo del séptimo círculo, donde gemian aquellos desgraciados. El dolor brotaba de sus ojos, mientras acá y allá se defendian con las manos, ya de las pavesas, ya de la candente arena, como los perros, en el estío, rechazan con las patas ó con el hocico las pulgas, moscas ó tábanos, que les molestan.

Mirando atentamente el rostro de muchos de aquellos á quienes azota el doloroso fuego, no conocí á ninguno; pero observé que del cuello de cada cual pendia una bolsa de cierto color, marcada con un signo, en cuya contemplacion parecian deleitarse sus miradas[1]. Aproximándome más para examinar mejor, ví en una bolsa amarilla una figura azul, que tenia toda la apariencia de un leon[2]. Despues, prosiguiendo el curso de mis observaciones, ví otra, roja como la sangre, que ostentaba una oca más blanca que la leche[3]. Uno de ellos, en cuya bolsa blanca figuraba una puerca preñada, de color azul[4], me dijo:—¿ Qué haces en esta fosa? Vete; y puesto que aun vives, sabe que mi vecino Vitaliano[5] debe sentarse aquí á mi izquierda. Yo soy paduano, en medio de estos florentinos, que muchas veces me atruenan los oidos gritando:—«Venga el caballero soberano, que llevará la bolsa con los tres pi-

  1. Son estos los usureros.
  2. El blason de los Gianfigliazzi, de Florencia, figuraba un leon azul en campo amarillo.
  3. Los Ubbriachi.
  4. Los Serovigni de Padua.
  5. Vitaliano del Dente, usurero de Padua.