La de la izquierda es Megera; la que llora á la derecha es Alécton, y la del centro es Tisifona.—Despues calló.
Las furias se desgarraban el pecho con sus uñas; se golpeaban con las manos, y daban tan fuertes gritos, que por temor me acerqué más al poeta.—«Venga Medusa, y le convertiremos en piedra, decian todas mirando hácia abajo: hicimos mal en no vengarnos de la audaz entrada de Teseo (1).»
—Vuélvete y cierra los ojos, porque si apareciese la Gorgona (2), y la vieses, no podrias jamás volver arriba.—Así me dijo el Maestro, volviéndome él mismo; y no fiándose de mis manos, me tapó los ojos con las suyas (3).
¡Oh vosotros, que gozais de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos!
Oíase á través de las turbias ondas un gran ruido, lleno de horror, que hacia retemblar las dos orillas, asemejándose á un viento impetuoso, impelido por contrarios ardores (4), que se ensaña en las selvas, y sin tregua las ramas rompe y desgaja, y las arroja fuera; y marchando polvoroso y soberbio, hace huir á las fieras y á los pastores. Me descubrió los ojos, y me dijo:—Ahora dirije el nervio de tu
(1) Aluden al atrevimiento de Teseo, cuando bajó á los infiernos para robar á Proserina, y el cual, encadenado por órden de Pluton, fué libertado por Hércules.
(2) Medusa, cuya cabeza convertia en piedra á todo el que la miraba.
(3) Es notable este pasaje, y lo que sigue. En las Furias quiere significarse el remordimiento, que atormenta más que el castigo en esta vida y en la otra; y en el rostro de Medusa, que tenia el don de petrificar á las gentes, se quiere representar el placer de los sentidos que, endureciendo el corazon del hombre, oscurece su entendimiento. Por eso Virgilio manda á su discipulo que cierre los ojos, y él mismo (simbolizando la filosofia moral) le ayuda á hacerlo.—PIETRO FRATICELLI.
(4) Sabido es que el calor, enrareciendo el aire, aumenta su volúmen y disminuye su densidad; de lo cual resulta que, buscando el equilibrio en las diversas partes de la Tierra, se producen los vientos. Dante se refiere aquí á esta causa, que no es la única, de las agitaciones atmosféricas.