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Página:La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán).djvu/96

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LA DIVINA COMEDIA.

durante su vida hizo tanto con su talento, como con su espada: el otro, que tras de mí oprime la arena, es Tegghiajo Aldobrandini[1], cuya voz deberia ser agradecida en el mundo; y yo, que sufro el mismo tormento que ellos, fuí Jacobo Rusticucci, y por cierto que nadie me causó más daño que mi fiera mujer[2].

Si hubiese podido estar al abrigo del fuego, me habria lanzado hacia los de abajo [3], y creo que mi Maestro lo hubiera tolerado; pero como estaba expuesto á abrasarme y cocerme, el miedo venció la buena intencion que me impelia á abrazarlos. Así, les dije:

—Vuestra situacion no me ha inspirado desprecio, sino un dolor que tardará en desaparecer; esto es lo que he sentido desde el momento que mi Señor me dijo algunas palabras, por las cuales comprendí que era gente de vuestra calidad la que hácia nosotros venia. De vuestra tierra soy; y siempre he retenido y escuchado con gusto vuestros actos y vuestros honrados nombres.

«Dejo las amarguras[4], y voy en busca de los sabrosos frutos que me ha prometido mi sincero Guia[5]; pero antes me es preciso bajar hasta el centro.»

    ha de besar, excepto aquel á quien dé la mano de esposa.» Se casó con el conde Guido de familia germánica, del cual descendieron los condes Guidi, señores de Casentino. De este matrimonio nació Marcovaldo, que fué padre de Guidoguerra, valiente caballero y hombre de gran prudencia y talento, á quien se debió la victoria en la batalla de Benavento.

  1. Tegghiajo Aldobrandini, de la familia de los Adimari. Aconsejó á los florentinos que no declaráran la guerra á los de Siena, pero fué desoido, y aquellos sufrieron un descalabro junto al rio Arbia. Por eso dice que su voz deberia ser agradecida en el mundo.
  2. Jacobo Rusticucci, famoso caballero. Su mujer fué tan caprichosa, que tuvo que separarse de ella, de cuyas resultas manchó su fama con un feo vicio.
  3. Hácia los personajes con quienes hablaba, que se encontraban en la parte inferior del ribazo en que estaba Dante, y al cual, como queda dicho, no alcanzaba la lluvia de fuego.
  4. Lascio lo fele; esto es, este amargo Infierno.
  5. Alude á las palabras de Virgilio: Y te llevaré hácia un lugar eterno. (Canto 1.)