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LA ENEIDA

dejando la comida mordida y sus restos infestados.

Celeno sola se quedó en un elevadísimo peñon. Siniestra profetiza, larga de su pecho estas palabras: " Hijos de Laomedon! por precio del degüello de nuestros bueyes y por haber tendido en el suelo nuestras terneras, os preparais á hacernos la guerra y arrojar á las inocentes Arpias de su reino patrio! Escuchad, pues, y gravad en vuestras almas mis palabras, que son las que el padre Omnipotente anunció á Apolo, y Apolo á mi, y yo la mayor de las furias las trasmito á vosotros. Dirijid vuestro curso hacia la Italia, y os será permitido entrar en sus puertas; pero no rodeareis de murallas la ciudad que el destino os ha prometido, sin que antes una cruel hambre os obligue á comeros las desiertas mesas por el crimen de haber procurado nuestra muerte". Dijo, y soltando el vuelo se oculto en el bosque.

Un súbito terror heló la sangre de mis compañeros, sus ánimos se abatieron, y no ya por las armas, sinó por votos y súplicas quieren obtener la paz, bien sean Diosas, ó solo iomundas y siniestras aves. Mi padre Anquises tendiendo sus manos desde la ribera invoca á los grandes Dioses y les promete dignos sacrificios. "¡Dioses, decia, no permitais se cumplan estas amenazas! ¡Dioses! libradnos de caso tan horrible y benignos guardad á los que os adoran!" Al momento manda desatar los cables de la ribera y soltar las tirantes cuerdas.