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LIBRO CUARTO

tra su seno embebida en la imajen del padre, por si puede engañar su horrible amor. Y ya las torres comenzadas no se levantan, ni la juventud se ejercita en las armas, y se abandonan los trabajos del puerto y el de asegurar las fortalezas para el caso de guerra. - Todas las obras se interrumpen: injentes masas de muros sin acabarse, y ociosas están las máquinas que subian hasta los cielos.

Desde que la esposa querida de Júpiter sintió que á Dido la devoraba un tal veneno, sin que la fama de ella obstase á sus transportes, la hija de Saturno llega á Vénus y le dice estas palabras. "¡Por cierto que tú y tu hijo habeis alcanzado un grande y memorable renombre, heróica gloria, insignes trofeos, por haber sido vencida una muger por la astucia de dos divinidades! Y no me engaño, temeis á nuestras murallas y os dan cuidados los palacios de la soberbia Cartago. ¿Pero qué fin pondremos á esto? Y al presente, ¿qué objeto tienen tantas contiendas? ¿Por qué mas bien no procuramos una paz eterna formando un himeneo, Habeis conseguido todo cuanto desea bais. Dido ama y se abrasa, y una furiosa llama corre por sus huesos. Gobernemos, pues, con iguales auspicios los dos pueblos reunidos: que le sea permitido tomar un marido de la Frigia, y que los Tirios se os entreguen en dote".

Vénus .conoció que juno le hablaba con doblez: que queria trasportar el reino prometido de la Italia á