Página:La Eneida - Dalmacio Velez Sarsfield y Juan de la Cruz Varela.pdf/261

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
260
LA ENEIDA

de sí la injusta suerte de estas almas. Entre ellas vé á los desgraciados Leucaspin, y á Orontes Gefe de las naves de los Licios, privados del honor del sepulcio; los cuales habiendo salido con él de Troya, arrastrados por tempestuosos mares, el Austro los habia sepultado en las aguas con sus naves y sus guerreros.

He ahí que hacia él viene el piloto Palinuro, el cual poco antes, navegando por el mar de la Libia, mientras observaba los astros, habia sido precipitado de la popa y echado en medio de las ondas. Así que apenas entre aquellas tinieblas reconoció al desgraciado se anticipo á hablarle. “Por cuál de los Dioses ¡oh Palinuro! nos fuiste arrebatado y sumerjido en el seno del Océano? Dime pronto, pues que Apolo siempre veraz habia sido conmigo, y en esta sola ocasion me ha engañado, anunciándome que llegarias á las rejiones de la Ausonia salvo de los peligros del mar. Hé ahí la fé prometida".

"illustre Capitan, hijo de Anquises! le repondió Palinuro, el tripode de Febo no te ha engañado, ni fué un Dios el que me sumerjió en la mar; sinó que mientras dirijia el camino, fija la mano en el timon que gobernaba, fué éste casualmente arrancado con violencia, y precipitảndose al agua me arrastró consigo. Lo juro por esos borrascosos mares que no era tanto el cuidado por mi, cuanto el temor que por ti me asalto, no fuera que tu nave privada de piloto y despojada del timon, se rindiera á las grandes olas que comenzaban á levantarse. Durante