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Vulcano, sostenido por dos estatuas de oro, que parecían animadas, pregunta á Tetis
los motivos de su visita


CANTO XVIII
FABRICACIÓN DE LAS ARMAS


1 Mientras los teucros y los aqueos combatían con el ardor de abrasadora llama, Antíloco, mensajero de veloces pies, fué en busca de Aquiles. Hallóle junto á las naves, de altas popas, y ya el héroe presentía lo ocurrido; pues, gimiendo, á su magnánimo espíritu así le hablaba:

6 «¡Ay de mí! ¿Por qué los aqueos, de larga cabellera, vuelven á ser derrotados, y corren aturdidos por la llanura con dirección á las naves? Temo que los dioses me hayan causado la desgracia cruel para mi corazón, que me anunció mi madre diciendo que el más valiente de los mirmidones dejaría de ver la luz del sol, á manos de los teucros, antes de que yo falleciera. Sin duda ha muerto el esforzado hijo de Menetio. ¡Infeliz! Yo le mandé que tan pronto como apartase el fuego enemigo, regresara á los bajeles y no quisiera pelear valerosamente con Héctor.»