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LA ILÍADA

su corazón si, aunque sea poderoso, se atreverá á esperarme cuando me dirija contra él; pues le aventajo mucho en fuerza y edad, por más que en su ánimo se crea igual á mí, á quien todos temen.»

168 De este modo habló. La veloz Iris, de pies veloces como el viento, no desobedeció; y bajó de los montes ideos á la sagrada Ilión. Como cae de las nubes la nieve ó el helado granizo, á impulso del Bóreas, nacido en el éter; tan rápida y presurosa volaba la ligera Iris; y deteniéndose cerca del ínclito Neptuno, así le dijo:

174 «Vengo, oh Neptuno, el de cerúlea cabellera, á traerte un mensaje de parte de Júpiter, que lleva la égida. Te manda que, cesando de pelear y combatir, te vayas á la mansión de los dioses ó al mar divino. Y si no quieres obedecer sus palabras y las desprecias, te amenaza con venir á luchar contigo y te aconseja que evites sus manos; porque dice que te supera mucho en fuerza y edad, por más que en tu ánimo te creas igual á él, á quien todos temen.»

184 Respondióle muy indignado el ínclito Neptuno, que bate la tierra: «¡Oh dioses! Con soberbia habla, aunque sea valiente, si dice que me sujetará por fuerza y contra mi querer; á mí, que disfruto de sus mismos honores. Tres somos los hermanos nacidos de Rea y de Saturno: Júpiter, yo y el tercero Plutón, que reina en los infiernos. El universo se dividió en tres partes para que cada cual imperase en la suya. Yo obtuve por suerte habitar siempre en el espumoso y agitado mar, tocáronle á Plutón las tinieblas sombrías, correspondió á Jove el anchuroso cielo en medio del éter y las nubes; pero la tierra y el alto Olimpo son de todos. Por tanto, no obraré según lo decida Júpiter; y éste, aunque sea poderoso, permanezca tranquilo en la tercia parte que le pertenece. No pretenda asustarme con sus manos como si tratase con un cobarde. Mejor fuera que con esas vehementes palabras riñese á los hijos é hijas que engendró, pues estos tendrían que obedecer necesariamente lo que les ordenare.»

200 Replicó la veloz Iris, de pies veloces como el viento: «¿He de llevar á Jove, oh Neptuno, el de cerúlea cabellera, una respuesta tan dura y fuerte? ¿No querrías modificarla? La mente de los sensatos es flexible. Ya sabes que las Furias se declaran siempre por los de más edad.»

205 Contestó Neptuno, que sacude la tierra: «¡Diosa Iris! Muy oportuno es cuanto acabas de decir. Bueno es que el mensajero comprenda lo que es conveniente. Pero el pesar me llega al corazón y al alma, cuando aquél quiere increpar con iracundas voces á quien el hado