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CANTO PRIMERO

de la cratera; y una risa inextinguible se alzó entre los bienaventurados dioses al ver con qué afán les servía en el palacio.

601 Todo el día, hasta la puesta del sol, celebraron el festín; y nadie careció de su respectiva porción, ni faltó la hermosa cítara que tañía Apolo, ni las Musas que con linda voz cantaban alternando.

605 Mas, cuando la fúlgida luz del sol llegó al ocaso, los dioses fueron á recogerse á sus respectivos palacios que había construído Vulcano, el ilustre cojo de ambos pies, con sabia inteligencia. Júpiter olímpico, fulminador, se encaminó al lecho donde acostumbraba dormir cuando el dulce sueño le vencía. Subió y acostóse; y á su lado descansó Juno, la de áureo trono.