y cae desfallecida en brazos de sus cuñadas
1 Los teucros, refugiados en la ciudad como cervatos, se recostaban en los hermosos baluartes, refrigeraban el sudor y bebían para apagar la sed; y en tanto, los aqueos se iban acercando á la muralla, protegiendo sus hombros con los escudos. El hado funesto sólo detuvo á Héctor para que se quedara fuera de Ilión, en las puertas Esceas. Y Febo Apolo dijo al Pelida:
8 «¿Por qué, oh hijo de Peleo, persigues en veloz carrera, siendo tú mortal, á un dios inmortal? Aún no conociste que soy una deidad, y no cesa tu deseo de alcanzarme. Ya no te cuidas de pelear con los teucros, á quienes pusiste en fuga; y éstos han entrado en la población, mientras te extraviabas viniendo aquí. Pero no me matarás, porque el hado no me condenó á morir.»
14 Muy indignado le respondió Aquiles, el de los pies ligeros: «¡Oh Flechador, el más funesto de todos los dioses! Me engañaste, trayéndome acá desde la muralla, cuando todavía hubieran mordido