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Retornar nunca mas de los combates,
Ni evadirse tampoco de las manos
De los Acheos fuertes é inhumanos.
Entre tanto el gran Páris no demora
En su rico palacio mucho tiempo.
Apenas se reviste de sus armas,
Esculpidas de acero variamente,
Quando va con presteza atravesando
Por toda la ciudad, muy confiado
En sus veloces pies y ligereza.
Asi como un Caballo generoso
Despues de haber estado mucho tiempo
Comiendo la cebada en su pesebre,
Que muy acostumbrado á refrescarse
En la hermosa corriente de algun rio
Rompe la cuerda con que está sujeto,
Y por un vasto campo hiende el ayre,
La tierra estremeciendo con sus huellas;
Y alzando la cabeza muy sobervio,
Agitadas las crines en sus lomos,
Y en su mucha hermosura confiado,
Va volando á los pastos florecientes
Donde á estár los Caballos acostumbran;
Asi el hijo divino de Priämo
De la Pérgama torre descendia