un viejo cinturón de cuero con hebilla de metal, cuya prenda era la única cosa sólida y sin soluciones de continuidad de todo cuanto llevaba encima.
—¡Tres años!, exclamé yo. ¿Naufragó Vd. acaso cerca de esta costa?
—No, amigo mío, me aislaron[1] aquí.
Yo había oído esa palabra aplicada á una especie de castigo horrible, muy común entre los piratas, cuya esencia era desembarcar al condenado en una isla inhabitada, dejándole solamente un fusil y una poca de pólvora y abandonándolo allí para siempre.
—¡Aislado por tres años!, continuó aquel mísero. Tres años mortales durante los cuales he vivido de cabras monteses, de berzas silvestres y de ostras de la playa. Yo sé que donde quiera que un hombre se encuentre colocado, aquel hombre puede ayudarse y valerse por sí mismo. Pero, amigo, mi corazón ya suspira por alguna comida de cristianos. Tú traerás allí por casualidad un pedacillo de queso, ¿no es verdad?... ¡Pues dámelo, anda!... ¿No traes?... ¡Ah! ¡si tú supieras qué noches tan largas me he pasado aquí, soñando con una tajadilla de queso, con una tostada, sobre todo! Y luego me despertaba... ¿y qué?... ¡Aquí!... ¡siempre aquí!
—Si Dios quiere que alguna vez pueda yo volver á bordo, le prometo á Vd. que tendrá queso hasta ahitarse, le repliqué.
- ↑ El verbo inglés to maroon, usado por el autor, significa, abandonar á un hombre en una isla desierta, por castigo ó por venganza. Según Webster, la palabra está tomada del español cimarron, pero careciendo nuestro idioma de la facilidad de convertir en verbos los nombres, como el inglés, nos vemos precisados á usar convencionalmente el verbo aislar.