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LA ISLA DEL TESORO
cionado que en un principio. Entonces éramos siete para diez y nueve; al menos así lo creíamos, lo cual es casi tan malo como serlo en realidad.
Los sublevados no fueron ya muy pronto sino ocho, pues el hombre herido por el Caballero, á bordo del buque, con su disparo hecho desde el serení, murió aquella misma noche á causa de sus lesiones. Esto, sin embargo, no se supo en nuestro reducto sino después.