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Página:La Isla del Tesoro - Caballero 1901.djvu/226

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EL PRINCIPIO DE MI AVENTURA

que pocas horas antes había yo visto á horcajadas sobre la empalizada. Al parecer no hacían más que hablar y reir, aun cuando á la distancia á que yo me encontraba de ellos—algo más de una milla—no podía llegarme, por supuesto, ni una sola palabra de lo que conversaban. En aquel instante comenzó de repente el más horrendo é indescriptible rumor de alaridos que de pronto me alarmaron bastante, aunque luego reconocí, por fortuna, la voz de Capitán Flint y aun me pareció distinguir al pájaro mismo, con su brillante plumaje verde, saltar sobre el puño de su amo.

Pocos momentos después ví que el esquife se movía empujado hacia la playa por el hombre de la gorra encarnada y su compañero que habían descendido á él por la porta de popa.

Al mismo tiempo que sucedía esto el sol se ocultaba tras la cumbre del “Vigía,” y como la niebla se amontonaba rápidamente, todo comenzaba á ponerse oscuro de veras. Ví, en consecuencia, que no tenía tiempo que perder si es que debía encontrar el bote aquella misma tarde.

La Peña blanca, bastante visible sobre los arbustos, estaba todavía como á un octavo de milla distante de mí, hacia la parte baja de la punta, y así es que dilaté aún un poquillo antes de llegar á ella, teniendo, á trechos, que marchar en cuatro pies entre las zarzas y retamas. Era ya casi de noche cuando puse mis manos sobre sus ásperos y escabrosos costados. Justamente abajo percibí un pequeño hueco de verde césped, oculto por montoncillos de tierra y un matorralillo de arbustos no más altos que la rodilla, que crecían allí abundantemente, y en el centro