Página:La Isla del Tesoro - Caballero 1901.djvu/57

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
48
LA ISLA DEL TESORO

na; pero muy luego los ví detenerse y cambiar algunas palabras en voz baja, como sorprendidos de haber encontrado abierta la misma entrada que se proponían forzar. Pero su sorpresa fué muy pasajera: el ciego volvió á lanzar sus órdenes oyéndose su voz más fuerte y más levantada, como si se sintiera encendido por un grande anhelo y una violenta rabia al mismo tiempo.

—¡Adentro, adentro, adentro! les gritaba, no sin proferir maldiciones y juramentos por lo que á él le parecía tardanza.

Cuatro ó cinco de ellos se apresuraron á obedecer, permaneciendo dos en el sendero, al lado de aquel mendigo formidable. Hubo otra pausa no muy larga y tras ella resonó una exclamación de sorpresa, seguida por una voz que clamó desde adentro:

—¡Bill ha muerto!

Pero el ciego lanzóles un tremendo y nuevo juramento por su poca diligencia, añadiendo:

—Regístrelo alguno de Vds., tramposos, vagabundos, y ¡los demás arriba y á bajarse la maleta!

Hasta mi escondite llegaba el ruido de las pisadas de aquellos hombres en los peldaños de madera de nuestra escalera, por tanto, es seguro que la casa entera debía retemblar con ellas. En el momento se siguieron nuevas exclamaciones de sorpresa: la ventana del cuarto del Capitán fué abierta de par en par con un empujón violento acompañado de ruido de vidrios que se rompían. Un hombre apareció en ella, iluminado por la luz plena de la luna y se dirijió al mendigo ciego que se encontraba, como he dicho, en el camino y precisamente debajo de la ventana recién abierta.