Página:La Odisea (Luis Segalá y Estalella).pdf/146

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
Ulises desciende al Orco, por consejo de Circe, á fin de consultar el alma de Tiresias


CANTO XI
EVOCACIÓN DE LOS MUERTOS


1 »En llegando á la nave y al divino mar, echamos en el agua la negra embarcación, izamos el mástil y descogimos el velamen; cargamos luego las reses, y por fin nos embarcamos nosotros, muy tristes y vertiendo copiosas lágrimas. Por detrás de la nave de azulada proa soplaba favorable viento, que hinchaba las velas; buen compañero que nos mandó Circe, la de lindas trenzas, deidad poderosa, dotada de voz. Colocados cada uno de los aparejos en su sitio, nos sentamos en la nave. Á ésta conducíanla el viento y el piloto, y durante el día fué andando á velas desplegadas, hasta que se puso el sol y las tinieblas ocuparon todos los caminos.

13 »Entonces arribamos á los confines del Océano, de profunda corriente. Allí están el pueblo y la ciudad de los Cimerios entre nieblas y nubes, sin que jamás el Sol resplandeciente los ilumine con sus rayos, ni cuando sube al cielo estrellado, ni cuando vuelve del cielo á la tierra, pues una noche perniciosa se extiende sobre los míseros mortales. Á tal paraje fué nuestro bajel, que sacamos á la playa; y nosotros, asiendo las ovejas, anduvimos á lo largo de la