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Ulises, transfigurado en un anciano, conversa con el porquerizo Eumeo


CANTO XIV
CONVERSACIÓN DE ULISES CON EUMEO


1 Ulises, dejando el puerto, empezó áspero camino por lugares selvosos, entre unas eminencias, hacia donde le indicara Minerva que hallaría al porquerizo; el cual era, entre todos los criados adquiridos por el divinal Ulises, quien con mayor solicitud le cuidaba los bienes.

5 Hallóle sentado en el vestíbulo de la majada excelsa, hermosa y grande, construída en lugar descubierto, que se andaba toda ella en rededor; la cual labrara el porquerizo para los cerdos del ausente rey, sin ayuda de su señora ni del anciano Laertes, empleando piedras de acarreo y cercándola con un seto espinoso. Puso fuera de la majada, acá y allá, una larga serie de espesas estacas, que había cortado del corazón de unas encinas; y construyó dentro doce pocilgas muy juntas en que se echaban los puercos. En cada una tenía encerradas cincuenta hembras paridas de puercos, que se acuestan en el suelo; y los machos pasaban la noche fuera, siendo su número