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Dexemos que la Música eloqüente
Con sus varios sonídos
En cadencia doliente
De un pecho imite el ánsia y el tormento
Con la quexa y lamento,
Pues quando en la Pintura está exresado
Este afeƈto violento
Con arte y con cuidado,
De tal modo la vista allí se engaña,
Que parece que escuchan los oídos
De aquel triste los míseros quexidos.
La furibunda saña
Se deberá expresar del mismo modo,
Mas la pupíla en parte queda oculta
Del párpado inferior que la sepulta,
En vivo fuego ardiendo el ojo todo,
Las cejas muy delgadas
Y en círculo espantoso levantadas.
Entre la risa y llanto
En lo físico hay poca diferencia,
(Así como en la ira y el espanto),
Pues tal vez del pincél la suficiencia
En lloro amargo trueca de un infante
La