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Página:La Primera República (1911).djvu/216

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valor, de la hombría de bien, del militarísimo y de la ilustración tocante al teje maneje del Gobierno y demás. Yo he leído esas Biblias que escribe don Roque, y crea usted que con aquel frasco tan pulido me quedo tonto y me subo al quinto cielo».

Cuando me servía los postres y el café, puso la voz en el tonillo bajo de íntima confidencia para decirme:

«Si el caballero don Tito quiere poner en el punto verídico la Historia que piensa escribir, no se olvide de este caso que al por menor le cuento. En la noche del trece vino a Cartagena de ocultis un señor Anrich que era Ministro de Marina en el Gobierno de Don Pi. Traía la incumbencia de restablecer la disciplina en la escuadra. Un cabo de cañón le hizo un disparo que por desgracia falló... El hombre tuvo que salir de naja, pero no con las manos vacías, pues arrambló con veinticinco mil duros que estaban dispuestos para pagar un mes vencido a la Maestranza. Ponga usted también en su Historia que se llevó de rositas dos mil reales para sus gastos de viaje. Que no se le olvide esta gatada, y que esté bien clarita. Así verá el mundo lo que son estos caballeros del Centralismo nefando y virulento.

-Y ¿es verdad que el Gobernador de Murcia, ese Altadill, vino a Cartagena el día trece?

-Sí señor; pero no se metió en nada. Nuestro Cantón se ha hecho de por sí, y todos los populares, cada cual según su capa so-