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CAPÍTULO I.
3 Atráeme tú mismo en pos de tí, y correrémos todas al olor de tus aromas [1]. Introdújome el rey [2] en su gabinete, elevándome á esposa suya. Saltarémos de contento, y nos regocijarémos en tí, conservando la memoria de tus castos amores, superiores á las delicias del vino. Por eso te aman los rectos de corazon.
4 Negra soy ó morena, hijas de Jerusalem; pero soy bien parecida: soy como las tiendas de Cedar, como los pabellones de Salomon [3].
5 No repareis, pues, en que soy morena; porque me ha robado el sol mi color [4], cuando los hijos de mi madre se declararon contra mí, y pusiéronme á guarda de viñas [5]. ¡Ay! mi propia viña no la guardé.
6 Oh tú, el querido de mi alma, dime dónde tie-
- ↑ Véase Uncion.
- ↑ Llama rey á su esposo, tal vez olvidada por el amor de llamarle con el nombre de pastor; ó quizá por idiotismo hebreo, semejante al castellano de llamar rey ó reina mia á la persona que amamos con pasion.
- ↑ Cuya hermosura es interior. Las tiendas de los cedarenos ó agarenos, las cuales eran de cuero ó de lienzo, aparecían por fuera muy denegridas, pobres é incómodas; pero en el interior tenian las de los ricos cosas preciosas, y encerraban á veces grandes tesoros. Véase Ps. XLIV. v.14.
- ↑ O tambien: porque el sol estragó mi color.
- ↑ Los judíos, hijos de la Synagoga, al nacer la Iglesia, lidiaron contra ella para destruirla. I. Thes. II. v.14. Ningun género de gente suele ser mas contraria á la verdadera virtud, que los que la profesan en solo apariencia; y los que son mas favorecidos ó deudos nuestros, suelen ser á veces los mas terribles enemigos.