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CAPÍTULO XXIII.

22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está en él sentado.

23 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que pagais diezmo hasta de la yerbabuena, y del eneldo, y del comino, y habeis abandonado las cosas mas esenciales de la Ley, la justicia, la misericordia y la buena fé. Estas debiérais observar, sin omitir aquellas.

24 ¡O guias ciegos! que colais cuanto bebeis, por si hay un mosquito, y os tragais un camello.

25 ¿Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que limpiais por defuera la copa y el plato; y por dentro en el corazon' estais llenos de rapacidad é inmundicia.

26 ¡Fariseo ciego! limpia primero por dentro la copa y el plato, si quieres que lo de afuera sea limpio [1].

27 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! porque sois semejantes á los sepulcros blanqueados, los cuales por afuera parecen hermosos á los hombres; mas por dentro están llenos de huesos de muertos, y de todo género de podredumbre.

28 Así tambien vosotros en el exterior os mostrais justos á los hombres; mas en el interior estais llenos de hipocresía y de iniquidad.

29 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que fabricais los sepulcros de los Profetas, y adornais los monumentos de los justos,


  1. Sea puro tu corazon, y lo serán las acciones.