39 Y los que pasaban por allí, le blasfemaban y escarnecian meneando la cabeza, y diciendo:
40 Hola, tú que derribas el Templo de Dios, y en tres dias le reedificas, sálvate á tí mismo: si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz.
41 De la misma manera tambien los príncipes de los sacerdotes, á una con los Escribas y los Ancianos, insultándole, decian:
42 A otros ha salvado, y no puede salvarse á sí mismo: si es el rey de Israél, baje ahora de la cruz, y creerémos en él:
43 él pone su confianza en Dios: pues si Dios te ama tanto, líbrele ahora, ya que el mismo decia: Yo soy el Hijo de Dios.
44 Y eso mismo le echaban en cara aun los ladrones [1] que estaban crucificados en su compañía.
45 Mas desde la hora sexta hasta la hora de nona quedó toda la tierra cubierta de tinieblas.
46 Y cerca de la hora nona esclamó Jesus con una gran voz, diciendo: Elí, Elí, lamma sabacthani? esto es: Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?
47 Lo que oyendo algunos de los circunstantes, decian: A Elías llama este.
48 Y luego corriendo uno de ellos tomó una esponja, empapóla en vinagre, y puesta en la punta de una caña, dábasela á chupar.
- ↑ Aquí se usa la figura enálage; y así el sentido es, uno de los dos ladrones.