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CAPÍTULO VII.

Jesus les habló luego, y dijo: Buen ánimo, soy yo, no teneis que temer.

51 Y se metió con ellos en la barca, y echóse al instante el viento. Con lo cual quedaron mucho mas asombrados;

52 y es que no habian hecho reflexion sobre el milagro de los panes, porque su corazon estaba aun ofuscado.

53 Atravesado pues el lago, arribaron á tierra de Genesareth, y abordaron allí.

54 Apenas desembarcaron, cuando luego fue conocido.

55 Y recorriendo toda la comarca, empezaron las gentes á sacar en andas á todos los enfermos, llevándolos a donde oían que paraba.

56 Y do quiera que llegaba, fuesen aldeas, ó alquerías, ó ciudades, ponian los enfermos en las calles, suplicándole que les dejase tocar siquiera el ruedo de su vestido. Y todos cuantos le tocaban, quedaban, sanos.

CAPÍTULO VII.
Jesus reprende la hipocresía y supersticiones de los Fariseos Fe grande de la chânanea, por la cual libra del demonio á su hija. Cura á un hombre sordo y mudo. (Matth. 9, 15)

1 Acercáronse á Jesus los Fariseos, y algunos de los Escribas venidos de Jerusalem.

2 Y habiendo observado que algunos de sus discí-