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SAN LUCAS.

dian, al que por causa de homicidio y sedicion habia sido encarcelado; y á Jesus le abandonó al arbitrio de ellos.

26 Al conducirle al suplicio, echaron mano de un tal Simon natural de Cyrene, que venia de una granja; y le cargaron la cruz para que la llevára en pos de Jesus [1].

27 Seguíale gran muchedumbre de pueblo, y de mugeres, las cuales se deshacian en llantos, y le plañian.

28 Pero Jesus vuelto á ellas, les dijo: Hijas de Jerusalem, no lloreis por mí, llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.

29 Porque presto vendrán dias en que se diga: Dichosas las estériles, y dichosos los vientres que no concibieron, y los pechos que no dieron de mamar.

30 Entónces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros; y á los collados: Sepuiltaduos.

31 Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco qué se hará [2]?

32 Eran tambien conducidos con Jesus á la muerte otros dos facinerosos.


  1. Simon iba detrás de Jesus sosteniendo el extremo de la cruz. Así lo entienden muchos expositores. Matth. XXVII. v.32.
  2. Proverbio hebreo con que se denota, que si tales tormentos padece el Justo y el Santo por esencia, ¿qué no deben temer los impíos y pecadores? Los hebreos comparaban al justo á un árbol verde y frondoso, y solían comparar al hombre malo á un tronco árido y seco.