Página:La Sagrada Biblia (XIII).djvu/417

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
409
CAPÍTULO VIII.

12 Y volviendo Jesus á hablar al pueblo, dijo: Yo soy la luz del mundo [1]: el que me sigue, no camina á oscuras, sino que tendrá la luz de la vida.

13 Replicáronle los Fariseos: Tú das testimonio de tí mismo; y así tu testimonio no es idóneo.

14 Respondióles Jesus: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es digno de fé; porque yo sé de donde soy venido, y á dónde voy; pero vosotros no sabeis de dónde vengo, ni á donde voy.

15 Vosotros juzgais de mí segun la carne; pero yo no juzgo así de nadie:

16 y cuando yo juzgo, mi juicio es idóneo, porque no soy yo solo el que da el testimonio, sino yo, y el Padre que me ha enviado.

17 En vuestra Ley está escrito [2], que el testimonio de dos personas es idóneo.

18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y ademas el Padre que me ha enviado, da tambien testimonio de mí [3].

19 Decíanle á esto: ¿En donde está tu padre? Respondió Jesus: Ni me conoceis á mí, ni á mi Padre: si me conociérais á mí, no dejaríais de conocer á mi Padre.


  1. Jer. XLIX. v.6.
  2. Deut. XVII. v.6.—XIX. v.15.
  3. Son testigos el mismo Dios Padre, y el enviado de Dios, ó Mesías, su hijo, tambien Dios, con sus milagros, con su vida inocente, y con su celestial doctrina.