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CAPÍTULO XIX.

alzaron el grito, diciendo: Crucifícale, crucifícale. Díceles Pilato: Tomadle allá vosotros y crucificadle; que yo no hallo en él crímen.

7 Respondiéronle los judíos: Nosotros tenemos una Ley, y segun esta Ley debe morir, porque se ha hecho Hijo de Dios.

8 Cuando Pilato oyó esta acusacion, se llenó mas de temor.

9 Y volviendo á entrar en el prelorio, dijo á Jesus: ¿De dónde eres tú [1]? Mas Jesus no le respondió palabra.

10 Por lo que Pilato le dice: ¿A mí no me hablas? pues ¿no sabes que está en mi mano el crucificarte, y en mi mano está el soltarte?

11 Respondió Jesus: No tendrias poder alguno sobre mí, si no te fuera dado de arriba. Por tanto quien á tí me ha entregado, es reo de pecado mas grave.

12 Desde aquel punto Pilato aun con mas ansia buscaba cómo libertarle. Pero los judíos daban voces diciendo: Si sueltas a ese, no eres amigo de César; puesto que cualquiera que se hace rey, se declara contra César.

13 Pilato oyendo estas palabras [2], sacó á Jesus con-


  1. O de quién desciendes? Temiendo al parecer que fuese hijo de algun dios, al modo que se figuraban los gentiles.
  2. El César era entónces Tiberio, quien, segun los historiadores Tácito y Suetonio, miraba luego como crimen de lesa magestad cualquier descuido que tuviesen los gobernadores de las provincias.